Alrededor del 40% de los aviones rusos fueron destruidos de manera sorpresiva por las fuerzas armadas de Ucrania. Con esto, el presidente Volodymir Zelensky ha ejecutado un ataque avanzado que ha conseguido destruir un número importante de modelos críticos para las fuerzas armadas de Vladimir Putin, quien podría estar planificando una contundente respuesta al ataque ucraniano.
La operación Telaraña que ha ejecutado Ucrania contra Rusia supone un punto de inflexión tanto en su particular guerra como en la doctrina de las operaciones militares de todo el planeta. Un ataque, preparado durante 18 meses, que ha conseguido ejecutarse en el corazón del país más grande del mundo.
Un número indeterminado de camiones se dirigieron, de forma coordinada por el Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU), a varias bases aéreas de Rusia con drones bomba en su interior que han causado estragos en la flota aérea militar rusa.
De forma sincronizada, desde los remolques, comenzaron a salir enjambres de estas aeronaves no tripuladas, pero cargadas con explosivos, cuyo único objetivo fue el de inmolarse pegados a las aeronaves.
El ataque, reconocido por Kiev, se dirigió expresamente a los bombarderos que Rusia lleva usando más de 3 años para ejecutar ataques contra suelo ucraniano, y hacia los aviones de alerta temprana, empleados para vigilar el espacio aéreo.
Según han dado a conocer varios informes oficiales, se han registrado bajas de los bombarderos estratégicos Tu-95MS y Tu-22M3 que forman parte igualmente del eje central de la disuasión nuclear del Kremlin. Algunos medios y analistas apuntan incluso a la pérdida de entre el 30 y el 40% de unidades operativas.
En cuanto al avión de alerta temprana, el modelo afectado es el A-50, una de las aeronaves más caras de cuantas Moscú tiene y más difícilmente reemplazable al tratarse de tecnología muy específica y cuya línea de producción cerró hace décadas.
Los Tu-95MS son una de las plataformas de despliegue nuclear más importantes de toda la fuerza aérea rusa, conformando la espina dorsal de los bombarderos de larga distancia y que el Kremlin ha empleado en varias ocasiones para atacar a Ucrania con munición convencional.
La versión Tu-22M3 entró por primera vez en servicio en 1989 en los últimos compases de la Unión Soviética y, posteriormente, ha conformado el pilar bombardero de las Fuerzas Aéreas de la Federación Rusa.
Se trata, al igual que ocurre con el Tu-95MS, de una versión modernizada que parte de la base del Tu-22, presentado a principios de los años 60 en pleno auge de la Guerra Fría.
El tercer modelo de aeronave alcanzado por los drones de Ucrania es el Beriev A-50. Se trata de un avión de alerta temprana, característico por incorporar un gran radomo de radar en una superestructura sobre el fuselaje.
Voló por primera vez en 1978 y se puso oficialmente en servicio en 1985, cuando la Guerra Fría se encontraba dando los últimos coletazos y los aviones de alerta temprana estadounidenses superaban en número y capacidades a los soviéticos.
Durante la guerra contra Ucrania, esta aeronave rusa ha sufrido algunos ataques por parte de drones lanzados por el ejército de Zelenski. El primero de ellos se registró en febrero de 2023, un año después del comienzo de la invasión, dejando la aeronave inutilizada.
Desde que entró en servicio, la aeronave ha gozado de cierto éxito internacional con unidades presentes en India o Corea del Norte, además de la creación de diferentes versiones modernizadas y adaptadas a otros usos más específicos.
Esta aeronave mide 46,6 metros de largo por 50 de envergadura y puede alcanzar un peso máximo al despegue de 190 toneladas. Sus cuatro motores le permiten una velocidad de crucero de 800 km/h y mantenerse durante más de 4 horas a 15.000 metros de altitud.