Se estima que luego de la caída de los últimos dos años, la economía de Argentina crecerá durante este año, repunte que también se replica y espera en el consumo y a su vez con una baja en la tendencia inflacionaria que ayuda al país vecino a recuperarse de los anteriores años de recesión.
Las estadísticas oficiales difundidas en las últimas semanas muestran que la actividad económica del país sudamericano creció un 5,7% interanual en febrero y las previsiones para este 2025 son similares: el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el PIB avanzará un 5,5%, el más alto de América Latina.
Argentina va a crecer tras dos años consecutivos de recesión, una caída del 1,6% en 2023 y otra del 1,7% en 2024. Esto es distinto a hacerlo de forma sostenida en el tiempo porque se parte desde una base inferior, pero el ritmo acelerado de la recuperación es una buena noticia para el Gobierno de Javier Milei.
Argentina navega una vez más a contracorriente del mundo: el FMI mejoró medio punto las perspectivas para la tercera economía latinoamericana en este 2025, al mismo tiempo que las empeoraba medio punto a nivel global. El organismo recortó la previsión mundial de crecimiento hasta el 2,8% por el impacto de los aranceles comerciales impuestos por Donald Trump y Estados Unidos se llevó la peor parte: estima que su economía crecerá un 1,8%, casi un punto menos de lo que esperaba a principios de año.
Hace unas semanas, el FMI anunció que había acordado prestar al gobierno otros 20.000 millones de dólares (además de mantener las deudas existentes) para ayudar al gobierno a cumplir con sus obligaciones de deuda y restaurar sus reservas de divisas. Mediante el acuerdo se liberarán inicialmente 12.000 millones de dólares, y otros 3.000 llegarán más adelante durante el año.
El gobierno afirma que está previsto recibir 28.000 millones de dólares solo en 2025, incluidos los 15.000 millones de dólares del FMI, 6.000 millones de dólares de otros prestamistas multinacionales, 2.000 millones de dólares de bancos globales y 5.000 millones de dólares de la ampliación de un swap de divisas con China.
Con estos fondos, el gobierno planea «liberar» el peso argentino de los controles y permitir que fluctúe libremente dentro de una banda móvil. El objetivo es ampliar la banda actual en un 1 % cada mes. El gobierno y el FMI afirman que esto logrará finalmente «un tipo de cambio totalmente flexible en el contexto de un sistema bimonetario, en el que coexisten el peso y el dólar estadounidense».
En otras palabras, los especuladores financieros y los inversores creerán que el peso será lo suficientemente fuerte como para ser totalmente convertible al dólar sin tener que ser devaluado.
Se espera que la inflación caiga a alrededor del 18-23 % a finales de 2025 y alcance un dígito para 2027, siempre que haya un estricto cumplimiento del ancla fiscal, junto con un régimen monetario/de divisas más robusto con mayor flexibilidad del tipo de cambio para hacer frente a las perturbaciones y reforzar la gestión de la demanda agregada. En otras palabras, austeridad indefinida.
El gobierno de Argentina también prepara una serie de medidas para estimular que los argentinos usen los dólares estadounidenses que atesoran fuera del sistema financiero.
“Esto que vamos a hacer va a hacer que la gente esté mucho más proclive a sacar sus dólares del colchón, de la caja de seguridad o de donde sea y gastarlos”, afirmó el ministro de economía, Luis Caputo.
Las medidas apuntan a inyectar dinero en la economía argentina, que ha sufrido el año pasado el impacto de un severo ajuste fiscal, al tiempo que podrían ayudar a recomponer las aún exiguas reservas monetarias del Banco Central, que este lunes cerraron en 38.949 millones de dólares.
En declaraciones al canal de vídeo en directo La Casa, Caputo aseguró que para el gobierno el crecimiento de la actividad económica es una “prioridad” y sostuvo que, para que esa expansión se consolide, es necesario que haya una inyección de dinero en la economía.